Presa del Jándula

El primer proyecto de Fernández Shaw, su Monumento a la Civilización (1918), nos muestra un joven permeable a las corrientes europeas más progresistas de las primeras décadas del siglo y fascinado, como Sant’Elia, por el universo ingenieril del momento. El proyecto se frustraría: “no se realizó […], pero hice cuatro saltos de agua en cuya construcción se emplearon, por primera vez, nuevas formas de ingeniería arquitectónica: El Encinarejo (Andújar, Jaén, 1928-1925), El Carpio (Córdoba, 1918-1925), Alcalá del Río (Sevilla, 1918-1925) y El Jándula. En esta última, queda patente una simbiosis formal y conceptual entre expresionismo y racionalismo ya señalada un par de años atrás en la gasolinera de Porto Pi. El perfil de la presa nos ofrece una lectura dramática y directa de la función a la que obedece: el control (contención y liberación) del agua para su aprovechamiento como fuente energética. El resultado funde monumentalidad estática y expresión dinámica: las connotaciones monumentales remiten al dominio del hombre sobre lo natural, mientras que las ondulantes formas que rompen su basamento constituyen un elocuente símil de la recuperación de la libertad de las aguas contenidas, y bajo ellas se sumergen las amplias naves de la central y su maquinaria.
Ramón Pico