Casa Metternich

Arquitecturas domésticas para una selecta clientela, con un uso vacacional, en las que se aprecia las elegantes influencias de Neutra y los californianos. Los autores supieron entender la realidad geográfica manchega. Absorben los conceptos populares, con grandes porches, arquitecturas con enormes aperturas protegidas que aportan visuales hacia un espacio limitado, arbolado, y huecos abrigados por el sombreado del porche, contrapuestos a los ventanucos cuadrados y de reducido tamaño, que compone una sinfonía concreta, y que, en la cara norte, provocan las ventilaciones necesarias en verano, y crean unos paños abstractos y conceptuales. Son construcciones de una sola crujía, con densos muros de gran espesor y cubiertas de teja cerámica, que rematan con una blancura cúbica, como naves en los márgenes de los grandes humedales daimileños.

Un pentágono que cierra entre encinas el entorno visual y recoge una piscina circular, geometriza esta naturaleza libre de la dehesa. Al porche quebrado principal se abren cinco dormitorios con sus baños y el gran salón-comedor. Con cubierta inclinada y espacio interior de techos inclinados, con grandes chimeneas en dormitorios y en salón, comunicado con cocina en el angulo, que comunica a la entrada principal abierta a un patio de aparcamiento, cerrado por murete bajo del entorno. En esta entrada se ubica la cochera y los cuartos del servicio, con dos dormitorios, aseo, salón con chimenea y cuarto junto a cocina. Cuidado este acceso con una fuente estanque en la entrada.

Cuatro naves componen una “Y”, con tres de ellas cerrando un pentágono donde se ubica una gran encina y una piscina circular.

Teodoro Sánchez-Migallón Jiménez