Resumo
La presente investigación propone que la construcción del paisaje -la invención del mismo- es el elemento esencial para la comprensión global de la obra de Miguel Fisac. Se rebela así ante el desprecio “por el paisaje social, humano y físico” que le atribuye a los representantes del Movimiento Moderno. A través de tres ejes, Memoria, Aprendizaje y Experimento, se hilvana un viaje autobiográfico, con salida y regreso a La Mancha. Memoria, que recorre sus vivencias infantiles en intenso contacto con la naturaleza; así como su embelesamiento por la esencia de la arquitectura popular, esa “que hacen el pueblo y el tiempo”. Aprendizaje, como un proceso de búsqueda con capacidad para mover los ejes referenciales en relación a su concepción de la arquitectura y a como ésta ha de dialogar con el paisaje: viajes alrededor del mundo, encuentros intelectuales con maestros indiscutibles de la modernidad, y el descubrimiento de otras culturas, materializado a través de la casa tradicional japonesa y de La Alhambra. Y Experimento, donde se concretan los conceptos anteriores a través de una suerte de gramática que el arquitecto utiliza para activar el paisaje, modificarlo, o reinterpretarlo. Todo ello se contrasta en ejemplos paradigmáticos de su arquitectura: el Instituto Laboral de Daimiel (1950-1953), el Centro de Formación del Profesorado de la Ciudad Universitaria de Madrid (1952-1957); y en el tránsito producido entre los conjuntos dominicos del Colegio Apostólico de Arcas Reales de Valladolid y el Teologado de Alcobendas (1951-1955). Arquitecturas en las que los citados aprendizajes tamizados en la memoria propicia que el paisaje resuene en ellas, transformando en cuerpo nuevo el alma del pasado. Ejemplos que sustancian un mapa mediante el cual se posibilita, desde el paisaje como herramienta de análisis, una relectura transversal de la obra del maestro daimieleño y que presiente su trayectoria como un proyecto único.
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