Colegio Mayor Hernán Cortés

El Colegio Mayor Hernán Cortés se emplaza sobre el trazado de la antigua muralla medieval de Salamanca, un enclave de topografía acusada. Al suroeste, la parcela limita con un desnivel de cinco metros de altura asentado en la muralla que orienta las vistas del edificio en la dirección perpendicular a la fortificación, hacia la vega del río Tormes, gracias a la altura defensiva del emplazamiento.

El colegio consta de dos bloques iguales, A y B, para un total de 192 universitarios. Ambos cuerpos se conectan por una planta semienterrada de espacios dotacionales que aprovecha la orografía para desaparecer, semienterrada, entre la calle de San Vicente y el Paseo de San Vicente. El programa desarrolla tres tipos de habitaciones: unas de mayor ocupación, dobles y triples en planta baja, otras dobles en pisos intermedios y, finalmente, individuales en las últimas plantas, para investigadores y postgraduados.

La organización de cada uno de los bloques adolece de una simetría militante determinada por núcleos de comunicaciones centrales que articulan respectivamente el acceso a cada uno de ellos. Pese a la distribución simétrica de habitaciones, la organización resulta de una riqueza espacial considerable, gracias al diseño exento de los paquetes de servicios, que conforman una red de dobles y triples circulaciones, así como pozos de luz que conectan verticalmente las diversas plantas.

Desde la sensibilidad hacia el enclave medieval, la fachada del edificio se erige semejando la presencia de grandes contrafuertes. La menor dimensión de las habitaciones de las plantas superiores fuerza un escalonamiento formal que se suma al ritmo fragmentado de las divisiones verticales. La composición resultante combina las posibilidades expresivas de huecos, antepechos de hormigón visto y paramentos ciegos de piedra de Villamayor, un diálogo equilibrado de llenos y vacíos entre el material por excelencia de la modernidad y el material histórico de la urbe.

La volumetría resulta de gran rotundidad, así como la distribución de espacios servidores y servidos que provoca la separación de habitaciones y baños, evocando la herencia de las arquitecturas de Louis Kahn.

En términos constructivos, el edificio se soporta mediante estructura de hormigón armado, soportada por muros y pilares, y losas de forjado. El cerramiento de piedra de Villamayor realiza las veces fachada con un espesor de 15 cm, trasdosado por medio pie de ladrillo hueco doble.

Desde un punto de vista biográfico, en esta fase de la obra de Antonio Fernández Alba su arquitectura se orienta hacia propuestas de mayor valor funcional, sin que por ello decaiga su interés por la forma entendida como respuesta tectónica y organizativa del espacio. 

Iván Rincón Borrego y Noemí Vicente Martín