Francisco Coello de Portugal nació en Jaén. A muy temprana edad su familia se trasladó a Barcelona donde empezaría los estudios de arquitectura que terminó en Madrid en el año 1953.

Conocemos la obra y el pensamiento de Fray Coello a través de varias monografías (como la publicada por la Fundación Antonio Camuñas y la Orden de los Dominicos) o las trascripciones de las extensas conferencias que dio durante tres días seguidos en la facultad de Arquitectura de Navarra en el año 2005. En ellas relataba la ilusión con la que recorrió Europa en una vieja moto para visitar las grandes obras del movimiento moderno. También en sus tiempos de estudiante viajó varias veces a Alemania, que vivía un momento de recuperación colectiva de la espiritualidad después de la Segunda Guerra Mundial. En la década de 1950, se dio en el país germánico una explosión de creatividad e innovación en la arquitectura religiosa en el marco de la reconstrucción postbélica. Coello conoció de primera mano la obra sacra de arquitectos como Rudolf Schwarz, Emil Steffan y Gottfried Böhm, que marcaron su futura aproximación a la arquitectura religiosa.

Apenas un año después de terminar los estudios y ya trabajando en la oficina de Regiones Devastadas de Córdoba, su vida dio un vuelco al sobrevenirle la vocación religiosa, que resultó ser más fuerte que la de arquitecto. Al ingresar en el Noviciado de los Dominicos en Palencia, en el año 1954, Francisco Coello pensó que “no volvería a coger nunca más un lápiz”. Sin embargo, esta afirmación resultó no ser cierta ya que, una vez terminado el noviciado, sus superiores -siendo conscientes de la tristeza con la que se había visto a obligado a abandonar la arquitectura- le propusieron hacerse cargo de la obra de un convento y un colegio-seminario menor en León. Esta obra sirvió para demostrar su gran talento como proyectista y, dentro del mismo complejo, asumiría el diseño y construcción de la que sería una de sus grandes obras, el Santuario de la Virgen del Camino de León.

La arquitectura del santuario sorprende por su rotundidad, en palabras del arquitecto “una caja para guardar un retablo”. A pesar de las recomendaciones para que añadiera materiales más nobles a la obra, Fray Coello decidió construir una obra arriesgada y moderna: una caja abstracta de una sola nave de 50 metros de largo, sin crucero ni aberturas laterales, recibiendo iluminación únicamente por un espacio de forma cúbica situado sobre el altar, con las paredes lisas y carentes de cualquier ornato. En el exterior un campanario de 52 metros de altura -totalmente exento- se combina con una serie de pérgolas metálicas ligeras que generan un espacio acotado de acceso donde sitúa un altar exterior. La obra fue polémica en su momento, en especial por la fachada: en las esculturas de Josep María Subirachs se despliega una compleja iconografía (según Coello el escultor “estaba siempre con la Biblia en la mano”) y una expresividad en el límite entre lo abstracto y lo figurativo. Como telón de fondo, una vidriera de Albert Ràfols-Casamada combina vidrio grueso y hormigón. En su conjunto, el santuario marcó un punto de inflexión en el arte y la arquitectura religiosa en España.

Después de esta brillante primera obra, sus dos vocaciones quedarían definitivamente fusionadas y se le permitió abrir un estudio de arquitectura en el convento de Santo Domingo el Real de Madrid. Desde allí abordaría la construcción de más de 300 obras que Fray Coello reducía a tres tipologías: iglesias, monasterios y colegios. Como arquitecto de cabecera de la Orden de los Dominicos construyó más de 300 obras alrededor del mundo, algunas en países tan alejados como Venezuela, Puerto Rico, Angola, Camerún, Sudáfrica, Corea y hasta un catedral en Taiwán.

Su obra es también abundante en España, siempre marcada por la limitación de medios y una austeridad que se veía compensada por soluciones ingeniosas -especialmente en los templos-, por la rotundidad volumétrica y geométrica y por la austeridad decorativa. Su arquitectura consiguió conectar perfectamente con la espiritualidad de su Orden que, por otro lado, hizo una apuesta decidida por la arquitectura religiosa moderna alrededor del mundo.

Entre sus obras españolas destacan la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Valle en Becerril de la Sierra que se aleja de la abstracción de su primera obra en León para explorar formas más expresivas que buscan dialogar con el espectacular paisaje montañoso. Esta obra abre la puerta a explorar nuevas formas en las cubiertas de los templos que llevan al máximo las posibilidades del hormigón armado y pretensado. En cambio, en sus grandes complejos conventuales -que a menudo se combinan con centros docentes-, su labor se aproxima a la escala del urbanismo, con volúmenes cuya forma y disposición se adecua a su función, dialogando entre sí en composiciones que cuidan tanto los espacios interiores como los exteriores. Tal es el caso del Colegio de los Sagrados Corazones, en Cantabria, el Colegio y centro de formación San Martin de Porres en la provincia de Granada o el Colegio de Enseñanza Sagrada Familia y Colegio Menor para las Reverendas Madres Misioneras Siervas de San José, entre otros.

En los últimos años de su carrera Fray Coello recibió múltiples reconocimientos como gran renovador de la arquitectura religiosa en España, también desde su propia Orden. Falleció en Madrid, el año 2013.

Bibliografía

• FERNÁNDEZ-COBIÁN, Esteban, Fray Coello de Portugal: Dominico y arquitecto, Editorial San Esteban, Madrid, 2016.
• FERNÁNDEZ-COBIÁN, Esteban, Fray Coello de Portugal y el debate sobre la pobreza en la arquitectura religiosa durante la segunda mitad del siglo XX, en Arquitecturarevista 7, Universidade do Vale do Rio dos Sinos, Brasil, 2011, págs. 112-125.
• AAVV, Fray Coello de Portugal: la arquitectura, un espacio para el hombre, ETSA Navarra, Pamplona, 2006.
• POZO, José Manuel, ed., Los brillantes 50, 35 proyectos [catálogo de la exposición homónima], T6 Ediciones, Pamplona, 2004.

Biografía a cargo de Roger Subirà