José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún

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José Antonio Corrales (1921-2010) y Ramón Vázquez Molezún (1922-1993) cursaron estudios de arquitectura en la capital en los años de posguerra. Corrales inició su andadura profesional colaborando en el estudio de su tío, el arquitecto Luis Gutiérrez Soto. Sin acceso a encargos privados, decidió que su vida profesional debía nutrirse de concursos públicos si quería trabajar por cuenta propia. Con este objetivo, en 1952 se asoció con su compañero de promoción Ramón Vázquez Molezún.

Ramón Vázquez Molezún, natural de la Coruña, consiguió la beca de la Academia de España en Roma un año después de su graduación. Durante su etapa romana ejerció de corresponsal para revistas de arquitectura y presentó varios proyectos (no construidos) que fueron reconocidos internacionalmente, por ejemplo, en la Bienal Hispanoamericana o con el Premio Nacional de Arquitectura por su proyecto para el Museo de Arte Moderno de Roma (1951). Este proyecto sirvió de punto de partida para una investigación personal sobre los espacios expositivos donde se utilizaba una estructura modular de crecimiento orgánico que luego utilizaría en varios concursos como el del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid y que finalmente llevaría a la realidad en el célebre pabellón de los hexágonos en Bruselas.

Ya en asociación profesional, Corrales y Molezún irrumpen en el panorama arquitectónico español con obras no exentas de polémica y alejadas de los modelos establecidos, aún muy dominados por el racionalismo, para adentrarse en investigaciones formales y cromáticas. A menudo en esta primera etapa, no fueron comprendidos por sus clientes ni sus compañeros de profesión y sus obras fueron calificadas de polémicas, arriesgadas y escandalosas. A pesar de todo, siguieron firmes a sus principios arquitectónicos y una de las claves de su éxito fue la conjunción de dos caracteres distintos: mientras que en Corrales primaba la técnica, el control y la perfección constructiva, Molezún imprimía a sus obras un carácter más poético, plástico y respetuoso con el paisaje.

A raíz de una exposición en Florencia en el año 1951, Molezún -como él mismo reconocía- quedaría profundamente impresionado por la obra de Wright. Su carácter inquieto y curioso le llevaría a emprender un largo viaje en moto por Europa -llegó a recorrer 100.000 Km- que fue clave en su formación ya que entró en contacto con las vanguardia artísticas y arquitectónicas del momento. También en esa época ganaría varios premios por sus obras artísticas y colaboraría con arquitectos como Joaquín Vaquero Palacios para el proyecto de la Residencia de Artistas en la Ciudad Universitaria de Madrid que no llegó a construirse.

De vuelta a Madrid, la primera obra de Corrales y Molezún como equipo fue el Colegio de Salesianos de Herrera de Pisuerga, un edificio escolar sorprendente por su juego de cubiertas inclinadas adaptadas al paisaje, construidas con una estructura metálica de carácter fabril que a veces se ha relacionado con el Pabellón de París de Melnikov. Junto a Alejandro de La Sota construyen la Residencia Infantil en Miraflores de La Sierra. Sin embargo, es el Pabellón de España en la Exposición General de Bruselas de 1958 la obra que mejor sintetiza esta primera época de colaboración profesional entre ambos arquitectos: por un lado, el módulo hexagonal resuelve exquisitamente todos los problemas constructivos -cubierta, desagüe, iluminación- a la vez que se adapta perfectamente al paisaje -de una parcela irregular y en pronunciada pendiente- y lo incorpora en el interior del edificio. La paleta cromática, que a menudo no se destaca debido a las imágenes en blanco y negro de la época, era un elemento principal del edificio. De hecho, el uso de los colores vivos y atrevidos facilitaba que sus edificios destacaran en el entramado urbano y se convirtieran en hitos como en el caso del edificio Bankunión de Madrid.

Entre sus obras menos conocidas se cuentan las relacionada con la vivienda social. Intervienen en los Poblados de Fuencarral, Almendrales y Gran San Blas y, junto a García de Paredes, diseñan la Colonia de los Traperos. En muchos casos, Corrales y Molezún asumieron el diseño de los equipamientos escolares o religiosos (como la capilla de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en el Poblado de El Grado, Huesca), pero en otros, como en Gran San Blas acometieron la construcción de 1500 viviendas e la parcela G.

También a raíz de la amistad de Vázquez Molezún con Jesús Huarte Beaumont, recibirían múltiples encargos para la constructora Grupo Huarte y, finalmente, proyectarían la residencia de Jesús Huarte en la Colonia de Puerta de Hierro de Madrid, siendo la vivienda particular más relevante, aunque no la única, de su trayectoria profesional. Otro de sus grandes clientes fue el INI (Instituto Nacional de Industria) donde Molezún colaboró de forma paralela a su actividad profesional con Corrales y para el cual construyó múltiples edificios con su socio habitual o colaborando con otros arquitectos. Fueron obras donde se desarrolló una importante investigación de técnicas y materiales de construcción entre las que destacan las centrales térmicas de Alcudia en Mallorca y Compostilla en León. Entre su extensa producción de arquitectura para la industria destacan los laboratorios Profidén, o los edificios para IBM, AVIACO o RENFE, todos ellos firmados por Molezún y otros arquitectos. En consecuencia, especialmente a partir de 1975, la relación con Antonio Corrales y su dedicación al estudio conjunto sería mucho menos intensa.

El legado documental de Vázquez Molezún, conservado en el Archivo del Colegio de Arquitectos de Madrid, es extenso y muy relevante debido a la gran cantidad de concursos internacionales en los que participó, ya fuera con Corrales u otros arquitectos. Entre los concursos ganados y construidos destacan sedes corporativas de varios bancos, como el ya citado Bankunión, o la sede del Banco Pastor -ambos en el paseo de La Castellana-, el Banco de España en Badajoz, el Edificio Auxiliar para el Banco de España en Madrid o el Banco del Noroeste en La Coruña.

En conjunto se podría decir que el legado arquitectónico de Vázquez Molezún supera en cantidad y relevancia el construido junto a Antonio Corrales. Según Fernández Galiano, Molezún fue “el arquitecto más dotado y el individuo más entrañable de su generación, infatigablemente inventivo y desbordadamente generoso, la creatividad técnica y la cordialidad vital hicieron de él el arquitecto más admirado y querido por sus contemporáneos: una combinación bien infrecuente”.

Aunque su obra es muy prolífica está ha sido especialmente maltratada por el tiempo. Por desgracia, muchas de sus obras, como la escuela de Herrera de Pisuerga, fueron demolidas prematuramente y otras se encuentran en un estado de conservación deplorable aun en la actualidad.

Bibliografía

FERNÁNDEZ, Borja, Corrales y Molezún: arquitectura oníricamente racional en Archdaily (Blog online), 2019.

MONDÉJAR NAVARRO, Juan Manuel, Una aproximación a la arquitectura de J. A. Corrales y R. V. Molezún. El grupo parroquial Jesús Maestro de Valencia [tesis doctoral], Universitat Politècnica de València, Valencia, 2016.

CORRALES, José Antonio, “Corrales/Molezún: Pabellón de España en la Exposición universal de Bruselas 1958 Madrid 1959”, en Arquitecturas Ausentes del Siglo XX 5, Ministerio de Vivienda, Madrid, 2004.

CENTELLAS, Miguel, ed., Documentos de Arquitectura 33 [José Antonio Corrales / Ramón Vázquez Molezún], Delegación de Almería del Colegio de Arquitectos de Andalucía Oriental, Almería, 1996.

“Casa Huarte en Madrid – Edificio Selecciones – Edificio Profidén – Casa Cela en Palma de Mallorca de Ramón Vázquez Molezún y José Antonio Corrales”,en Arquitectura 94, Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, Madrid, 1966, págs. 1-24.