Miguel López González: movimiento moderno por principio

La trayectoria profesional de Miguel López puede dividirse en tres periodos.

Los inicios modernos, 1932-1942

Miguel López entra como arquitecto auxiliar en el Ayuntamiento de Alicante en 1932 y en esa fecha dibuja el Parador de Ifach (desaparecido). Durante esta década, su arquitectura, abundante en edificios de viviendas, se caracteriza por asumir las características formales, funcionales y técnicas del movimiento moderno mediante volúmenes simples, transparencia del programa y estructuras porticadas. Las envolventes de sus inmuebles, entre medianeras, impactaron en su época por la desnudez de sus paramentos; aquí se detectan dos tipos de formalismos en sus fachadas: las de carácter expresionista (edificios Galiana, Roig, Adriática y Montahud) y las de apariencia cubista (edificios Borja, Barón de Finestrat y Rambla de Méndez Núñez). Proyectaría diversos colegios públicos por toda la provincia y las viviendas de los maestros, así como diversas fábricas de harinas, como la Cloquell y la Bufort.

El repliegue autárquico, 1942-1952

Miguel López fue represaliado entre 1942 y 1948, años en los que se impusieron las directrices culturales de la dictadura y que las incorporó como referencias historicistas, clasicistas o tradicionales. La mejor prueba sería el proyecto para la Plaza del Ayuntamiento —una “plaza mayor”— con el que ganó el concurso nacional publicado en la Revista Nacional de Arquitectura en 1945. Sin embargo, resulta elocuente su resistencia intelectual con las obras del Instituto Provincial de Higiene (1935-1945) y el Sanatorio y Casa de Reposo Virgen del Socorro (1942-1948), este reproducido en Arquitectura en 1950. Ambos centros sanitarios se levantan como prismas higiénicamente blancos, adecuadamente dispuestos, como resultado de la articulación funcional, empleando estructura metálica en el primero y muros de carga en el segundo. Cerraría esta década con su participación en las primeras promociones de vivienda social, como sería el conjunto División Azul en el Barrio Benalúa, materializado con bloques sin patios y programas mínimos.

El reencuentro internacional, 1952-1968

Miguel López retoma sus principios modernos con los nuevos tiempos que se abren en 1953, abrazando las corrientes de la arquitectura internacional. Dos obras de 1954, contrapuestas en dimensión y representatividad, denotan este giro. La fábrica Aluminio Ibérico, en las afueras, emerge como paradigma de la gran escala, que se resuelve con pórticos dentados de hormigón dentados y lucernarios. El templete de música —la Concha— es una estructura de grácil trazado orgánico, pero icónica, que sería el arranque de la remodelación del paseo de la Explanada, símbolo de la imagen cosmopolita de la ciudad con su sensual pavimento de ondas tricolores. Es este un periodo de colegios e instituciones, donde destacan las capillas anexas por su singularidad: Padres Jesuitas en Alicante, Juniorado Marista en Guardamar y Sagrada Familia en Elda; este último articula su planta en Y con una rótula central recorrida por una rampa. Cerraría esta síntesis la Casa Sacerdotal, cuyos volúmenes exentos sobre un jardín se diferencian en escala y orientación: el bloque habitacional y la iglesia, ambos prismáticos y donde colaboran artistas plásticos.

Miguel López fue un arquitecto fiel a sus principios modernos adquiridos durante su formación que los puso en práctica a lo largo de su trayectoria, doblemente periférica: geográfica y culturalmente.

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