Arquitectura de montaña

Introducción: la construcción cultural de la montaña

Antes del siglo XIX, el interés por la montaña era meramente militar y productivo, pero a principios del siglo XIX, se empieza a construir, desde la cultura, un poderoso imaginario alrededor de la montaña que se une al interés científico. En la península, las primeras expediciones científicas, como las de Puig i Cadafalch, tienen un carácter cultural y, en el conjunto de España, el relato histórico de la Reconquista adquiere un papel fundamental: el monte es el lugar de las esencias, de lo noble y ancestral.

Las rutas de peregrinación

Pero, incluso antes de que la montaña adquiriera un interés científico o cultural, los viajes por las zonas montañosas estaban unidos a las rutas de peregrinación. En España, el Camino de Santiago representa la más significativa de las rutas de peregrinación europeas. Su éxito motiva un incipiente desarrollo de las infraestructuras y servicios en esas rutas que recorren la cornisa cantábrica. El de Santiago no es el único camino español de peregrinación relevante: el Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu se debe al nacimiento del Camino Ignaciano.

Alpinismo y excursionismo en España

La idea de ascensión al monte como viaje interior y conquista, en cierta forma, moral viene precedida de nuevos conceptos estéticos como la exaltación de la “belleza sublime”. En España, la popularización del alpinismo se produce ya entrado el siglo XX: proliferan los clubes y se requieren nuevas infraestructuras, como las redes de albergues de montaña que servirán de apoyo a las ascensiones. Con la extensión del vehículo privado, también crece la afición por el excursionismo, vinculado al domingueo o a los campamentos infantiles. Los montes cercanos a las grandes ciudades se convierten en destinos recreativos de fin de semana.

El turismo llega al monte: termalismo, esquí y veraneo

En España, el turismo relacionado con la montaña estuvo vinculado al de la salud, sobre todo el termalismo, y dirigido a las clases pudientes. Con el tiempo, los complejos termales se orientaron hacia el ocio y empezaron a incorporar nuevos servicios. Pero la actividad que impulsó el desarrollo turístico del monte español fue, sin duda, la práctica del esquí. En la década de 1940, abrieron las primeras estaciones españolas de esquí, pero la verdadera popularización de su práctica llega a finales de la década de 1970, cuando la intensidad del desarrollo turístico de algunas zonas de montaña cambia para siempre su paisaje y su modelo económico.

Una arquitectura de “lo montañés”

No solo las localidades estrictamente de montaña vivirían este nuevo desarrollo. Tanto en las urbanizaciones planificadas como en las que no, la expresión arquitectónica de sus construcciones, a menudo, responde a la voluntad de representarse como una arquitectura “no urbana”. Muchas de ellas recurren a la utilización de las cubiertas inclinadas y al imaginario de lo vernáculo o tradicional. En general, la arquitectura moderna, en un contexto montaña acepta, de manera menos traumática, elementos que son ajenos al repertorio formal del racionalismo.

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