A Cobertura da Unité d’Habitation de Marselha e a Pergunta de Le Corbusier pelo Lugar Público

Autor: Marta Sequeira Carneiro
Fecha: 2009
Director: Xavier Monteys
Universidad: Universitat Ramón Llull
Escuela o Facultad: Enginyeria i Arquitectura La Salle
Fuente: Tesis Doctorales en Red

Resumen

La bibliografía existente sobra la Unidad de Habitación de Marsella de Le Corbusier – una de las más importantes propuestas de vivienda colectiva del siglo XX -, se basa esencialmente en el estudio del conjunto de viviendas que constituyen el edificio. Sin embargo, Le Corbusier nos ofrece varias señales de que lo que encontramos en la cumbre del bloque de viviendas presenta una gran relevancia. Escribe Les maternelles vous parlent, donde centra su observación en las cubiertas de las unidades de Marsella y Rézé-les-Nantes, en la que publica, así como en uvre complete, una imagen inusitada, en la que el paralelepípedo, que corresponde al conjunto de los apartamentos de la Unidad de Marsella, es representado como poco más que una mancha blanca, una base cuya única función e interés es la de soportar los objetos que le son colocados encima. Tal como Le Corbusier lo hizo en el momento de la elaboración de esta imagen, la tesis presenta la cubierta como el objeto principal de la composición, mirador desde el cual se observa la ciudad corbusieriana de la época y el estímulo a partir del cual se formula la Pregunta por el Espacio Público – la misma que Le Corbusier se hacía en el momento de la concepción de este toit-terrasse ejemplar. Esta cuestión presenta, en nuestros días, una gran vigencia, siempre que se busca definir una idea de lugar público adecuado a la sociedad actual, y siempre que nos encontramos con las dificultades que esa búsqueda implica.

Constatamos entonces que es común la idea de que existe una «ruptura con relación a la historia» en la génesis de los lugares públicos de las ciudades de Le Corbusier, de que sus espacios de reunión preconizan una separación entre su tiempo y la experiencia precedente. Esta creencia es alimentada, por un lado, por la interpretación deficiente de algunas observaciones del propio Le Corbusier – siendo las palabras de su método, que utilizan expresiones como «civilización maquinista», «nuevo espíritu», «arquitectura del mañana», las que enturbian sus evocaciones al pasado -, y, por otro, por el desvanecimiento de las referencias paradigmáticas de sus espacios públicos, a través de la evidencia ofuscante de su carácter innovador.

Sin embargo, al dibujar estos lugares, Le Corbusier no hace más que recrear la especialidad grandiosa y pintoresca de los espacios públicos d¬¬¬e la Antigüedad, lugares de representación y glorificación de lo colectivo que estuvieron presentes en el origen de nuestra cultura, y que constituyen la esencia de nuestra tradición: el ágora griego y el foro romano. Por medio de un fino sentido histórico, pero también de la abstracción – que constituye una de las más preciosas conquistas del pensamiento moderno – y a través de la interrupción voluntaria de la sucesión y compartimentación temporal, así como de las explicaciones evolutivas y catalogaciones, Le Corbusier hace uso de una visión sincrónica de los lugares públicos de la Antigüedad, vinculando el pasado con el presente, estableciendo entre ellos contactos, superposiciones.

Los propios dibujos y maquetas, del toit-terrasse de la Unidad de Habitación de Marsella y de otros espacios públicos de Le Corbusier, fueron dando pistas, así como sus escritos y los vestigios de sus viajes e investigaciones, verdaderos indicios de los elementos que él podría haber visto y evocado en el momento de proyectar. A partir de esto, fue posible recorrer un camino deductivo hasta llegar a una hipótesis y, simultáneamente, a su confirmación, es decir, a una conclusión que partió de una mirada sin prejuicios en relación con el objeto de estudio. Al liberarse de un enmarañado de ideas preconcebidas, sobre las cuales se ha construido una idea poco objetiva de modernidad, se demuestra que el espacio público de congregación corbusieriano del período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial no solamente no establece una escisión con el pasado histórico, sino que constituye, el propio, testimonio de la inexorable continuidad de la creación humana a lo largo de los tiempos.

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