Josep Maria Sostres es uno de los arquitectos catalanes pertenecientes a la Nueva Modernidad, el periodo dentro del Movimiento Moderno en que éste empieza a ponerse en crisis por sus dogmatismos y su falta de humanidad. En Cataluña, como en otros lugares de España y del resto del mundo, empiezan a salir a la luz, a partir de la segunda mitad de los años cuarenta, una serie de posicionamientos críticos contra el extremismo del Estilo Internacional, a favor de la reinterpretación de las arquitecturas populares, vernáculas y propias de cada territorio, de cada región.
Sostres es el primero en Cataluña en entrar en contacto con sus homólogos europeos, lo cual le permite introducir en su ámbito esta nueva manera de entender la arquitectura.
Su producción es más teórica y crítica, que no arquitectónica, en el sentido que se comunica más a través de la publicación de artículos en revistas de índole diversa. No obstante, y a pesar de esta cantidad limitada de obra arquitectónica, su calidad sobrepasará cualquier límite y será el reflejo materializado de su pensamiento. En este sentido, su evolución irá de la mano de la de sus escritos, siempre heterodoxos y siguiendo una dialéctica consistente en la consciencia de estar viviendo un momento de crisis, pero no saber hacia dónde ir. Prueba de ello es su argumentación, inicialmente racionalista, y, a partir de un cierto momento, regionalista crítica. No obstante, y a pesar de esta evolución, su lenguaje será siempre claro, conciso y determinante.