Resumo
La tesis advierte que en nuestra contemporaneidad persiste paradójicamente, tanto un fehaciente rechazo hacia el interés que pudiera tener la poética para la arquitectura, como una abultada crítica hacia la dudosa calidad que suscitan las prácticas que, consciente o inconscientemente, se separan de un pensar ciertamente racional que, con sus fructíferas complejidades y contradicciones, acompaña la creatividad artística desde hace más de dos mil años. Ante esta situación, se plantea interrogar sobre el valor y vigencia de una poética aristotélica en el proyecto de arquitectura, pues se abre la sospecha de que, precisamente, detrás de algunas de estas enseñanzas -a priori habitualmente censuradas por la mayoría de los arquitectos-, en realidad, podrían ampararse algunas de las prácticas contemporáneas más próximas al sentido esencial del aún hoy referente de nuestra actividad intelectual; la arquitectura moderna. Se empieza a investigar, planteando la posibilidad de que algunos de los arquitectos que pertenecen a nuestra más cercana y reciente actividad, todavía hoy comparten la misma actitud poética esencialmente inventiva, con la que algunos de los más célebres arquitectos de la modernidad revolucionaron la arquitectura del siglo XX con su incesante vigilancia a la temporalidad de los padecimientos, costumbres y necesidades del hombre. Para comprobar dicha proposición, se decide acotar el marco en la arquitectura realizada en el territorio catalán, concretar el objeto de estudio en uno de los fenómenos singulares del marco escogido; la dilatada atención a la relación arquitectura-paisaje y, finalmente, abarcar los referentes artísticos a estudiar, delimitando los casos de estudio. Como posibles paradigmas de la arquitectura moderna catalana se escogen La Ricarda de Antonio Bonet Castellana (1949-1963) y la Casa Ugalde (1951-1955) de Jose Antonio Coderch. Por otro lado, y como posibles ejemplaridades contemporáneas, el Parc Cementiri Nou d¿Igualada (1985-1996) de Enric Miralles y Carme Pinós y el Parc de Pedra Tosca de Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta. Recorriendo estas obras, a la luz de su estructura dramática y abordando la cuestión del paisaje, pronto se pone de manifiesto que existe una renovada visión -alejada de una perspectiva “paisajística” reducidamente física y próxima a la noción de cultura y clima- que evidencia un cambio de significado en uno de los pathos más singulares de nuestro tiempo. Algo que permite advertir que más que nunca conviene fijarse en quienes precisamente sostienen una auténtica actitud poética en la arquitectura, pues la tesis deduce que sólo si el arquitecto es capaz de proclamar este posicionamiento inventivo hacia el medio físico y social construido que resulta fundamental para la vida del hombre, será realmente capaz -como hicieron los autores estudiados- de percibir hechos como los que, por ejemplo, ponen de manifiesto hoy, que ya no es posible continuar pensando que, de las prolíficas metáforas que a lo largo de la historia han permitido considerar la arquitectura como paisaje o el paisaje como arquitectura, podrán valer las mismas respuestas que dieron alguno de nuestros más ilustres maestros hace más de medio siglo. Pues, aunque estos particulares mecanismos de transformación poética, seguirán siendo una constante en el proyectar del arquitecto -tanto para poner en valor las dimensiones físicas y temporales de un lugar para convertirlo en paisaje, como para conseguir que estas mismas dimensiones de un paisaje se conviertan en el conocimiento esencial constitutivo de la arquitectura-, no todos los modelos aprendidos del pasado, tendrán cabida en el conjunto de mythos verdaderamente culturales que realmente están construyendo hoy el porvenir del siglo XXI en general, y en particular, en la arquitectura catalana contemporánea; vanguardia de una posible poética aristotélica en la arquitectura
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