Resumo
La arquitectura moderna vivió en América Latina a partir de la segunda mitad de la década del 50, un período de f ugaz esplendor que se prolongaría hasta mediados de la década siguiente. El final de la segunda guerra mundial había despejado el horizonte teórico, y con ello favorecer la paulatina sustitución del modelo clásico por los nuevos principios de la modernidad. Nacido en el año 1910, García Pardo cuenta en el año 1953 con 43 años de edad, ha llegado a la madurez profesional, y se convertirá en el transcurso de la década, en uno de los pioneros y principales actores de la modernidad en el Uruguay. Graduado a principio del año 1941 por la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República, García Pardo había compaginado en el transcurso de su formación, la enseñanza clásica con los por entonces emergentes valores de la modernidad. La investigación transcurre a través de una serie de proyectos concretos, desarrollados en el decenio comprendido entre los años 1953 y 1963. La actividad profesional de García Pardo desarrollada durante la década del 40 se había caracterizado por la alternancia de la asunción de los nuevos principios de la modernidad con el por entonces muy difundido Art Deco. Conforme avanza la década del 50, la arquitectura de García Pardo progresa en abstracción para finalmente en 1953, afrontar un encargo de edificio de viviendas asumiendo plenamente los valores de la modernidad. A partir de entonces y durante una década, su obra se asentará en el encuentro de la sistematicidad propiciada por la modernidad y la singularidad de las condiciones en que emerge. El marco cronológico queda determinado por un decenio, limitado en sus comienzos por el Edificio Gilpe (Montevideo 1953) y terminado con el edificio lporá (Montevideo, 1963) último edificio de viviendas construido por García Pardo en Montevideo. La crisis económica de finales de los sesenta que lastra su producción, así como su posterior traslado a Brasil, modificarán a partir de entonces sus criterios de proyecto en aras de nuevas corrientes que por entonces emergían en el concierto cultural internacional. La investigación transcurre por tanto, a través de una selección de proyectos concretos, que mas allá de su filiación a un modo de concebir basado en valores que aspiran a ser universales, acaba produciendo objetos específicos a la circunstancia en que emergen. El proyecto supone en su caso, un proceso de síntesis, ligado tanto a sus condiciones físicas como al programa, comprendiendo así una lógica distinta en cada caso. La arquitectura moderna rara vez cuenta con una formulación que establezca con claridad un ámbito capaz de determinar el planteamiento del proyecto, el programa por si solo es incapaz de sugerir la propuesta, de manera que es el proyecto la instancia que establece los términos de la solución. Dicho de otro modo, el proyecto de arquitectura no se ajusta a un esquema, según el cual, a partir de una definición objetiva del problema, se elabora una solución racional por parte del autor: en arquitectura, es el proyecto quien revela la naturaleza del problema, en la medida que da lugar a una situación que antes no existía. Los criterios de proyecto encuentran estímulo en la técnica o el programa, pero en modo alguno son capaces de prefigurar lo. El proyecto establece el ámbito, revelando condiciones y propuestas imprevisibles desde la mera consideración de la función o la técnica. El acercamiento a los proyectos se ha realizado en el momento de la creación, en relación a las circunstancias de su situación en la ciudad, la forma del solar, el marco normativo y el programa. Procurando desentrañar los aspectos mas determinantes de la actividad del arquitecto como proyectista, reconstruyendo en la medida del material disponible, los pasos que han conducido a su formalidad concreta. Comparando en todo momento los planos y versiones previas, con las fotografías de los edificios construidos
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