Resumo
La figura de Erich Mendelsohn, tanto por su importancia como arquitecto como por su papel en la historia del diseño moderno, ha sido objeto de amplios y profundos estudios. Poco, en cambio, se ha escrito sobre su formación, su pensamiento, su -podríamos decir- mundo intelectual. Resulta entonces muy interesante analizar lo que está detrás de sus proyectos, buscar la «conexión entre los valores humanos y artísticos». En la tesis, por lo tanto, se comienza mirando a su infancia, en el seno de una familia judía asimilada a la cultura alemana prusiana, en la ciudad de Allenstein. Se trata de un enclave muy peculiar que contribuye a la formación de una bien definida personalidad: la de un “inconforme bien integrado” o, como él mismo se define, un “alemán oriental”. Después de abandonar dos carreras (la de comercio i la de derecho), el joven Erich, en contra del deseo de sus padres, decide estudiar arquitectura, dando así una respuesta a sus dudas personales que le empujan también a los estudios de pintura. Estudia arquitectura primero en Berlín luego en Múnich, y en ambas ciudades entra en contacto con los círculos artísticos y sus protagonistas, siguiendo de esta forma sus intereses artísticos de manera complementaria a la carrera universitaria. Su relación sentimental con la violoncelista Luise Maas, que pronto será su esposa, le abre las puertas no sólo de las esferas artísticas sino también de los salones de la alta burguesía. Es en este ambiente sociocultural que plasma sus primeras reflexiones artísticas y sus primeros proyectos arquitectónicos. El joven Mendelsohn con una profunda confianza en su capacidad artística echa en estos años también las raíces de su mundo intelectual: interpreta los escritos de Lessing de Nietzsche o de Buber, explica Hildebrand y estudia Worringer y Cohn-Wiener. Tanto estas lecturas como los viajes realizados en los años 1913 y 1914, influyen en sus ideas sobre una arquitectura monumental y de hormigón. Es justamente en esta época que empieza a dibujar: un proceso creativo que tiene su explosión cuando se enfrenta a los peligros de la guerra en las trincheras, en el verano de 1917. Allí es donde el arquitecto desarrolla su teoría de las “revelaciones arquitectónicas”, un proceso que le acompañará toda su vida, y que ya enseguida va a traducir en una obra concreta. Se trata de un instituto para su amigo Erwin Freundlich dedicado a la teoría de la relatividad, en el edificio que se llamará Torre Einstein. El camino desde la visión del arquitecto hasta la realización del proyecto, con una solución para expresar a través de la forma la función y con el material adecuado, necesita finalmente 3 años y no menos de 6 diferentes fases de diseño y acaba con un gran compromiso entre forma y material (parece hormigón, pero está construido de una mezcla entre ladrillo y hormigón). Es en 1920 cuando finalmente se construye la Torre Einstein, obra emblemática para la historia de la arquitectura moderna. La Torre representa también un hito en la vida profesional y personal del arquitecto, marcando el inicio de su fulminante carrera y al mismo tiempo el final de su primera fase creativa: se trata de una obra considerablemente diferente de todo aquello que el arquitecto realizará después. Es por eso que, desde su construcción hasta nuestros días, la recepción de la Torre Einstein en la literatura ha sido diferente en cada momento, y ha estado directamente conectada a la mudable valoración de la obra total de Erich Mendelsohn
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