Resumo
En Sevilla, entre 1950 y 1975, conviven dos oficinas de proyectos que se constituyen con fines similares, que tratan de definirse cómo empresas altamente cualificadas y profesionalizadas, y que desarrollarán una producción arquitectónica, a nivel local y regional, de gran calidad: Otaisa y Arquinde fueron capaces de apostar de manera decidida por la aplicación de innovaciones tecnológicas en la construcción. Plantearon soluciones a los distintos programas aplicando la misma sensibilidad y preocupación por sus valores espaciales y formales, como por la resolución técnica de las estructuras, las instalaciones y el detalle constructivo. Ambas entidades desarrollarán su mejor arquitectura en esta horquilla temporal, para posteriormente ir dejando paso a una nueva hornada de arquitectos, que durante los años 80 desarrollaron una estructura de calidad. Gran parte de esta nueva generación compartió formación académica en la joven Escuela de Arquitectura de Sevilla, y años de maduración profesional en estas oficina, lo que demuestra que ambas entidades consolidaron una base sólida basada en la eficiencia y el rigor. Tanto Otaisa como Arquinde tomarían la iniciativa de constituirse como sociedades de arquitectos, con la finalidad de mejorar la gestión en el desarrollo del proyecto arquitectónico. Sus fundadores fueron defensores de un modelo anglosajón, de base multidisciplinar, estructurándose por departamentos temáticos, fundamentales para el control total del proyecto, desde el cálculo hasta los temas presupuestarios, pasando por el diseño de las instalaciones y una rigurosa definición de los detalles constructivos. Desde el estudio detallado de las soluciones tecnológicas parciales, que se extraen de cuatro ejemplares seleccionados, la investigación trata de re-evaluar la arquitectura que produjeron, sobre todo, en clave tecnológica. Los cuatro ejemplares no son casos puntuales y excepcionales en su obra, si bien, pueden considerarse los ápices más reseñables, y donde es más factible apreciar la aplicación de innovaciones tecnológicas concretas. Estos ejemplares son: La Jefatura Superior de Policía de Sevilla (1961-64), fue obra de Ramón Montserrat Ballesté, fundador de Arquinde. Su proyecto fue desarrollado con la colaboración de Otaisa. Su interés se centra en el diseño de su envolvente, donde destaca sobremanera el primer muro cortina realizado en la ciudad. La Sede Social de la Compañía Sevillana de Electricidad (1968-71), proyectada por Otaisa, representó un hito en la ciudad como modelo de oficina abierta, resuelta a través de una estructura audaz, donde parte de sus componentes se convierten en la imagen icónica del edificio. El Edificio de Oficinas Sevilla 1 (1969-72), de nuevo obra de Otaisa, será el primera edifico de oficinas modulares de la ciudad, implantado en un punto estratégico y desarrollado a través de una tecnología muy innovadora de prefabricación pesada. Las Bodegas Internacionales (1974-76) realizadas en Jerez de la Frontera, es posiblemente la obra más emblemática de Arquinde, y destaca por su envergadura, y por estar resueltas desde la aplicación de unos sistemas de montaje en seco de piezas prefabricadas que fueron fabricadas en una planta de producción a pié de obra. A través de su estudio detallado, apoyado sobre todo en el análisis gráfico de sus aspectos más reseñables, y mostrándolos en paralelo a referencias arquitectónicas de primer nivel, la investigación trata de demostrar la homologación de esta arquitectura con respecto a la producción europea y norte-americana del momento. Las propuestas estudiadas deberían ser capaces de hacer llegar al lector el nivel de calidad arquitectónica y tecnológica que este fenómeno local alcanzó, y con ello apreciar los valores que deben situar su producción en un lugar adecuado dentro de la historiografía nacional.
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