Los inicios del turismo en la Costa Brava

De los inicios del turismo al boom de la década de 1960 y las primeras voces ecologistas, la arquitectura moderna encuentra en la Costa Brava un lugar privilegiado de expresión.

Se conoce como Costa Brava al litoral de la provincia de Girona que va desde Blanes hasta el Cabo de Creus a Cadaqués. Su imagen más emblemática son los acantilados, pero también comprende largas playas de arena vinculadas al llano ampurdanés.

A pesar de la Costa Brava entró en el imaginario colectivo a partir del boom turístico de la década de 1960, el turismo de playa ya era una realidad muy extendida en las décadas de 1920 y 1930. Uno de los primeros complejos turísticos arquitectónicamente relevantes fue la urbanización del tramo de costa entre S’Agaró del arquitecto novecentista Rafael Massó.

Exposición a cargo de Roger Subirà

El turismo de masas y la creación de un imaginario

A partir de la década de 1950, el turismo de masas aparece como un fenómeno genuinamente español, convirtiéndose en uno de los pilares de nuestra economía. El turismo en la Costa Brava se inicia simultáneamente en varios focos. Una de las primeras grandes operaciones fue promovida por el arquitecto y empresario Josep Maria Bosch y Aymerich, el hotel Cap Sa Sal que cuenta con uno de los mejores ejemplos de jardines modernos en Catalunya de Rubió i Tudurí.

La cultura y el cine tuvieron un papel fundamental para dar a conocer el litoral gerundense a escala mundial. Las veladas de las estrellas hollywoodienses atrajeron a reporteros gráficos que retrataron los espectaculares paisajes locales como telón de fondo dándolos a conocer internacionalmente.

Cadaqués

Cadaqués es un municipio marcado por su situación geográfica en la Cabo de Creus, de muy difícil acceso y espectaculares paisajes rocosos. A partir de la década de 1950, atraídos por el imaginario dalianiano, Cadaqués se convirtió en un importante foco cultural donde se dan cita personajes de las vanguardias artísticas como Marcel Duchamp, Man Ray o Mary Fugazzola entre otros. Arquitectos locales e internacionales, como Lanfranco Bombelli, Peter Harnden, Federico Correa y Alfonso Milà, José Antonio Coderch o Francesc Barba Corsini, influidos por el pintoresco casco urbano perfectamente preservado, empiezan a proponer una nueva arquitectura que, aun siendo moderna, tiene un respeto absoluto por la arquitectura vernácula del lugar.

Desarrollo urbanístico en la década de 1960

A partir de la década de 1960, la Costa Brava sufre un intenso cambio: los alrededores de sus pintorescos pueblecitos de pescadores sirven como territorio de experimentación donde confluyen dos modelos de ciudad opuestos, la ciudad jardín y la edificación abierta. Los núcleos urbanos se transforman con un aumento de densidad y un crecimiento de alturas en primera línea de mar. Al lado de los hoteles y complejos turísticos urbanos y suburbanos, el territorio que rodea los núcleos es invadido por urbanizaciones de vivienda unifamiliar en terrenos montañosos y mallas turísticas de bloques de apartamentos en los tramos llanos frente al mar. Desatacan algunas villas de lujo construidas en espectaculares paisajes frente al mar.

Las primeras voces ecologistas

Si bien es cierto que la orografía de algunos tramos de costa impide la ocupación masiva que se produce en otras geografías como, por ejemplo, en la costa levantina, la afectación paisajística a finales de la década de 1960 es muy evidente. Los primeros grupos ecologistas consiguieron paralizar los grandes desarrollos previstos a las puertas de la democracia. A pesar de sus acciones, la lenta ocupación del territorio ha seguido hasta nuevos días en que está vigente una moratoria sine die de nuevas construcciones en todo el litoral de las comarcas de Girona.