Factoría Arrocera de Sueca

Destinada a las necesidades productivas del espléndido arrozal próximo a la Albufera, asume su condición fronteriza entre áreas cultivadas y la periferia urbana, integrándose en el paisaje natural gracias a su horizontalidad, al tratamiento de escala y al sobrio lenguaje arquitectónico que desvela vínculos con la modernidad. De esta obra conviene destacar su innovador planteamiento resistente que, más allá del alarde estructural, definió el sistema constructivo y su peculiar imagen. Del mismo modo, las aportaciones técnicas consiguieron solucionar los mayores retos: premura ante la temporalidad de la campaña agrícola, el tránsito incesante de maquinaria por el interior y la economía presupuestaria. Todo ello aconsejó minimizar el número de soportes concentrándolos en el perímetro edificado, dando como resultado un espectacular espacio diáfano (de 105 m de largo y 34 m de luz) flanqueado por dos hangares de carga, uno para el ferrocarril (hoy desaparecido) y otro, destinado a camiones, resuelto con una marquesina en voladizo (5,50 m) cuya singularidad radica en los pilares inclinados que neutralizan los esfuerzos de torsión. Por otra parte, el temprano y convincente empleo del pretensado obedecía a los requisitos de cubrir la inmensa nave. Esta obra fue ampliamente reconocida a través de publicaciones especializadas de varios países y en la actualidad continúa siendo utilizada y muy apreciada socialmente.
Carmen Jordá