Edificio Mauricio Rialto

Edificio con área comercial en la planta baja, oficinas en el entresuelo, y viviendas en las plantas superiores, define un chaflán agudo enfatizado por las pilastras transformadas en pilares en el ángulo donde se halla el retranqueo de la tienda. La organización interna traslada los servicios a las fachadas interiores de la manzana, articuladas por el volumen escultórico de los accesos verticales, que destaca junto con las chimeneas de la terraza que cubre todo el edificio.
Partiendo de una idea que recupera el espíritu del catastro original de la calle Almada, el proyecto tenía una división inicial que finalmente se unifica. De forma hábil y sutil, esta tentativa de diferenciación del solar se consigue con una sucesión de planos verticales en la que alternan los planos lisos, con sólo una abertura que acentúa la verticalidad, y curvos, tipo mirador, con tres aberturas a lo largo de toda su longitud, acentuando la horizontalidad.
Esta solución se integra de forma maravillosa y asume el riesgo de reinterpretar la arquitectura característica de la calle de Almada, donde a la verticalidad de los vanos y de las molduras, corresponde la horizontalidad de los aleros, los balcones y de sus respectivas sombras.
La comprensión del emplazamiento se evidencia en un alzado que busca con serenidad la discreción, reservando la calidad arquitectónica para miradas más atentas.
El volumen hace esquina y se extiende por la calle Ramalho Ortigão, en un todo construido con equilibrio, pero cuya fachada pierde independencia crítica, sometiéndose a los esquemas propios de los edificios lisboetas, cercano al poder de la década de 1940.
Mudo, pesado, seco y tan rico en pobreza.
Luís Aguiar Branco