Edificio Aitana

El edificio Aitana se levanta sobre un solar en esquina rectangular con 14,50 m de frente a la avenida País Valencià y 18,80 m a la calle Santa Lucía. El volumen del edificio es ortogonal, pero las ordenanzas obligaron a unos retranqueos en la calle lateral que le aportan un gran atractivo por el tratamiento de la esquina, en parte, como un testero. El juego escalonado del retranqueo, la regularidad de los huecos, los elementos de coronación de las fachadas y los cuerpos volados demuestran el dominio de la composición moderna de forma limpia y elegante: huecos y macizos se compensan rematados por una pérgola en cornisa de hormigón con escaso canto y que aporta ligereza. No obstante, en planta se mantiene una simetría elemental y efectiva de los espacios en torno a un patio interior y a la posición de la escalera recayente a la fachada principal.

En los alzados se juega con composiciones simétricas en la fachada principal y con huecos de ventanas muy uniformes y seriados sobre las demás fachadas que, con una limitación saludable de los materiales, confieren al conjunto una apariencia de simplicidad propia de la modernidad que no se aprecia en el entorno próximo ni en otros ejemplos de la ciudad. Destaca la implantación de un incipiente muro cortina en la fachada principal y el uso del pavés en el esbelto hueco para la iluminación de la escalera. La planta baja, aplacada con un granito oscuro escandinavo, se pone en un segundo plano respecto del volumen blanco de la piedra caliza del resto del edificio y acoge el local comercial y el zaguán del acceso en posición asimétrica sobre una plataforma a la que se llega a través de unos peldaños que ajustan el desnivel de la calle. Con todo, quizás, lo que más destaca en esta arquitectura es su impronta e imagen urbana configurada por paños rectangulares colocados de modo neoplasticista: las superficies del muro cortina, el testero aplacado y los planos que le dan respuesta simétrica, el lienzo fenestrado uniformemente en la calle lateral y el singular remate de la pérgola de coronación.

Juan Francisco Picó Silvestre