Memória
El edificio muestra una solución formal con un lenguaje nítidamente racionalista que recuerda a los ejemplos construidos por Rafael Bergamín en Madrid, en las colonias Parque-Residencia (1931-1934) y en El Viso (1933-1936). El lenguaje náutico , insinuado ya desde 1920 por Le Corbusier en Hacia una arquitectura, se había aplicado con éxito en España en edificios singulares como el Club Náutico de San Sebastián de José Manuel de Aizpurua y Joaquín Labayen (1928-1929), en las piscinas Isla (1931), o en el cine Barceló (1930-1931) de Luis Gutiérrez Soto en Madrid; e incluso en ejemplos más cercanos y tardíos en Valladolid, como el Colegio San Fernando de J. Muro (1933), las piscinas Samoa de E. Paramés (1934) o la Casa del Barco de Constantino Candeira (1935). En este caso, el lenguaje barco se aplica a un edificio de cuatro viviendas, cuya planta se organiza simétricamente en dos alturas a ras de calle. Están rodeadas de un jardín y de un huerto común, de tal forma que ofrecen una imagen de viviendas unifamiliares más que colectivas, incluso de una forma más acusada que en el caso de los modelos madrileños de José Bergamín.
La planta proporciona varias distribuciones; en todas ellas la zona de servicios se sitúa del lado de la calle; en las fachadas que dan al jardín se ubican las salas de estar con salida a la terraza; y los dormitorios, que se cierran con volúmenes cilíndricos, dan a la calle en la fachada principal. Constructivamente, el edificio se resuelve mediante una cubierta plana (que en el proyecto era transitable) y limpios paramentos enfoscados que están rematados en los alféizares y en la cornisa por medio de una hilada de ladrillo a sardinel. Este elemento, junto con la agrupación horizontal de las ventanas, cuyos montantes están retranqueados, acentúa el carácter horizontal del conjunto.
Daniel Villalobos Alonso
Uso original: Conjunto habitacional
Reportagem fotográfica:
Categoria: Nivel A
Registro: La vivienda moderna