Central Térmica de Aboño

El complejo de la central térmica de Aboño fue proyectado por ingenieros de Hidroeléctrica del Cantábrico en dos fases, iniciándose la primera de ellas en 1968. Su diseño tan solo respondía a cuestiones funcionales del uso, sin que se pusiera especial empeño en dignificar su presencia, tarea que le sería encargada a Joaquín Vaquero Palacios. Su intervención en la central se centra en la definición de una piel exterior que debía conseguir el “orden estético, para entendimiento y paz visual”. Propuso un revestimiento de chapa permeable en color negro, como fondo a unas franjas de chapas rojas, blancas y negras que recortan su silueta combinándose cromática y geométricamente. En la planta baja concibió un cerramiento de hormigón coronado por un canal de recogida de agua que discurre por todo el perímetro.

En disposición aislada proyectó un edificio de servicios de dos plantas de altura, cuya horizontalidad contrasta con la mole de las instalaciones industriales. Sus fachadas se resuelven con chapa plegada, en color blanco y negro, contando con grupos de ventanas que remarcan el carácter horizontal del edificio. En su interior destaca la presencia de un gran vestíbulo con doble altura en torno al cual se organizan los recorridos. En las paredes de este agradable espacio diseñó dos largos murales decorativos en línea negra sobre cobre bruñido con motivos del montaje de líneas eléctricas.

Valentín Arrieta Berdasco