Hangar de Barajas y talleres

En 1950, el ingeniero Eduardo Torroja recibió el encargo de diseñar un hangar en las instalaciones del aeropuerto de Barajas, análogo al ya construido de Torrejón. Con unas dimensiones en planta de 181 x 47 m y 12,50 m de altura, el edificio se cubre mediante cerchas metálicas que se apoyan en una jácena en dos tramos, de una longitud total de 181 metros, y en el contorno del mismo. La jácena, elemento central del proyecto, se constituye como una viga en forma de K. En la empresa participaron, en un 75 % y 25 % respectivamente, el Instituto Nacional de Industria (INI) y la famosa fábrica sueca SKF que, en terrenos próximos a Barajas, estaba realizando las fábricas de la Empresa Nacional de Rodamientos en colaboración con el propio INI.

El conjunto consta de varios edificios, con una superficie total de 12.552 m2; todas las construcciones son de hormigón armado y muros de ladrillo. La estructura metálica se construyó en el suelo de la misma nave del aeropuerto, para ser elevada posteriormente mediante gatos hidráulicos; de este modo se evitó cualquier trabajo en altura. La nave se cierra en tres de sus lados mediante muros convencionales de fábrica de ladrillo.

La ampliación de las instalaciones aeroportuarias, emprendida por el INI en los años sesenta, cambió radicalmente la fisonomía del hangar, que fue recubierto de una piel interna. Estas obras quedaron englobadas en una intervención que dotó al aeropuerto de varios edificios y áreas de servicio, organizados según una retícula regular.

En la fisonomía externa de las distintas edificaciones priman la funcionalidad y la organización perimetral de los espacios, permitiendo el acceso rodado completo.

En las fachadas, los testeros son macizos y en su mayoría están enfoscados con una disposición regular de los huecos. Destaca la utilización de pasarelas cubiertas entre los edificios, con el objetivo de separar los recorridos peatonales de los rodados.
Paloma Barreiro