Viviendas unifamiliares adosadas en la Calle Quinta Mora

Estas viviendas, complementadas por un pequeño sistema de espacios verdes con piscina, se sitúan sobre un solar aproximadamente triangular y con un fuerte desnivel, de ocho metros, cuyo lado menor es paralelo a la carretera de Madrid, a la que está muy cercana, y cuyo frente da a la calle Quinta Mora. El solar procede de la anterior parcelación de la finca Quinta Mora, de la que se han conservado las dependencias anexas colindantes a la carretera. Se trata de catorce unidades unifamiliares en dos plantas que se agrupan en dos hileras paralelas y a distinto nivel, en disposición oblicua respecto a la calle Quinta Mora, por la que tienen el acceso peatonal mediante una estrecha vía central.

La vivienda tipo, modulada a 5 x 5 m2, constituye un rectángulo de cinco metros de frente y diez de fondo que se construye sobre muros resistentes, perpendiculares a la línea de fachada, adaptándose la organización en planta al modelo característico de esta tipología residencial: acceso por vestíbulo a media altura que conduce al estar, comunicado a su vez con un jardín privado; cocina y escalera, un aseo y un dormitorio completan la planta baja. En la planta superior se sitúan tres dormitorios, abiertos a una zona común de usos múltiples (estudio, juegos, etc), y los cuartos de baño. Tanto el espacio central polivalente del piso alto como el ámbito estancial, diáfano y permeable como una transparencia entre la calle y el jardín-recinto privado interior, remiten de alguna manera a la modernidad racionalista. Los muros de carga y los de cerramiento se plantearon con bloques del tipo Ytong , acabándose las fachadas con revocos de tono verde claro que se rematan, en el piso superior, con un revestimiento de madera, a modo de friso, el cual se prolonga en las jambas y dintel interior de los vanos de esa planta. Unido todo lo anterior a una estudiada modulación en el trazado de los alzados, el conjunto está imbuido de una peculiar y sugestiva imagen, que refiere a modelos habitacionales nórdicos y al empirismo centroeuropeo y también nórdico, en una buscada síntesis que conjuga hábilmente austeridad y expresividad, sin obviar las influencias de las ordenaciones residenciales inglesas.

A la par singular y discreto, el diseño deriva de una postura cultural ecléctica y actual, en las coordenadas ideológicas de la arquitectura experimentalista de finales de los años sesenta y principios de los setenta. Por otra parte, la sutil sugerencia colorista, las inclinadas cubiertas de pizarra y cierto aire tradicional pudieran deducirse del fuerte compromiso aceptado que supone construir en una ciudad como San Lorenzo de El Escorial, tan inevitablemente pregnante por la herencia histórica y cultural que encierra.

El proyecto se completa, en el vértice más agudo del solar y más próximo a la carretera, con jardines, piscina y zonas de juego y estanciales, dispuestas en sendas franjas paralelas a las agrupaciones de vivienda. Una pequeña portería se levanta junto a la entrada, mientras que el aparcamiento se hace semisubterráneo y sin solución de continuidad aprovechando el desnivel de una de las dos bandas residenciales. En cuanto a la intimista y acogedora calle central de reparto, deviene silenciosa y serena, transportando a cierta añorada laxitud de las calles de pueblo y anunciando sabiamente el tránsito a la interioridad del ámbito doméstico.

Equipo redactor Arquitectura de Madrid y Arquitectura y Desarrollo Urbano. Comunidad de Madrid. Revisión y adaptación: Servicio Histórico, Fundación Arquitectura COAM: Alberto Sanz Hernando. Colaboradoras: Margarita Suárez, Beatriz Gutiérrez, Miriam Martín, María José Mier y Silvia Mata