Iglesia de Nossa Senhora do Rosário de Fátima

Proyectada para una zona residencial lisboeta, de reciente construcción en ese momento, las Avenidas Novas, esta iglesia surgió no sólo de la necesidad de una respuesta al aumento de población de la zona, sino que también fue el fruto del espíritu emprendedor del entonces cardenal patriarca D. Manuel Cerejeira. El lenguaje moderno del edificio dio lugar a fuertes críticas, pero la obra del arquitecto tuvo el apoyo total de la Iglesia.

Exhibiendo una volumetría proporcionada, aunque asimétrica, el edificio cumple un programa que se muestra al exterior por la separación física del baptisterio, de la capilla funeraria y de la única torre con campana. Implantada en una malla urbana preexistente, la iglesia presenta el cuerpo principal alineado con el eje de la avenida, rematándola en el ángulo visual.

Despojada de gramática decorativa, apuesta por el valor plástico en la exhibición de obras de nueve artistas (tres escultores y seis pintores), de las que merece especial atención el friso del Apostolado, bajorrelieve de Francisco Franco integrado en el atrio principal, y las vidrieras realizadas por José Almada Negreiros.
Sandra Vaz Costa