Casa Mascareño

En este proyecto, fechado en septiembre de 1934, el autor, José Blasco Robles, se deshace de cualquier recurso expresionista utilizado en producciones anteriores y se entrega a un diseño cúbico, purista y desnudo. Muestra ya la madurez consciente de un técnico para el que todo el conjunto es ahora exponente de la llamada sinceridad arquitectónica, posición técnica desde la que la estructura, la forma y el material constructivo deben aparecer a la vista y constituir la estética del edificio sin otras adiciones. Son las exigencias funcionales las que condicionan hasta el final la disposición de los volúmenes edificados y, con este mismo criterio, rigen los mecanismos proyectuales. Así, se abandona el sistema que hasta entonces subordinaba la disposición de la obra a una determinada elección exterior preconcebida y la organización racional del interior pasa a determinar la forma misma del edificio, poniendo en práctica la antigua regla según la cual es la función que determina la forma. La aplicación de esta norma sigue una lógica sin concesiones en Blasco, derivada del sistema constructivo, que es fácilmente reconocible en este proyecto tan pronto como se analiza su trazado.

La ejecución del proyecto cumple íntegramente con los preceptos racionalistas: estructura de pilares de hormigón, con muros de bloques prefabricados y cubierta plana de hormigón armado. La planta es irregular, se aleja de la simetría bilateral pero mantiene un equilibrio. Hay una ausencia absoluta de decoración en los muros y se disponen dos pilares libres de hormigón en fachada. Se recurre a la utilización de diferentes elementos industriales, como antepechos metálicos y reticulados en la terraza de la fachada sur, con carpintería exterior metálica, persianas plegables, etc. Los suelos son de mosaico hidráulico, y se recurre a al yeso y paredes de ladrillo. Por otro lado, la construcción se concibió en un entorno de jardines y arbolado compuesto principalmente por especies autóctonas o de gran arraigo en la isla.

Declarada BIC en 2008, tras años de abandono, entre 2017 y 2022 ha sido rehabilitada por AMAARQ, Amigo, Machado Arquitectos

María Luisa González