Alejandro de la Sota es unánimemente considerado como uno de los Maestros Españoles de la Segunda Modernidad y su legado, lejos de perder importancia, parece agrandarse con el tiempo, como ya habían intuido Miguel Ángel Baldellou o José Manuel López- Peláez en un primer momento, y como después han analizado críticos internacionales como Kenneth Frampton o Willliam Curtis.
El término legado en la arquitectura no es fácil de definir y cuando analizamos a los maestros del siglo XX es realmente difícil de acotar. Un término que, en el caso de Alejandro de la Sota, como en el de otros arquitectos con una profunda vocación docente, podemos y debemos asociar también con la vigencia evolutiva de su ideario y de su metodología de trabajo.
El presente artículo indaga en el origen conceptual de los proyectos de la casa Domínguez y de las viviendas para Alcudia y busca ejemplificar como, con estas dos icónicas propuestas domésticas, Alejandro de la Sota intentaba, mostrar y explicitar su “modo de hacer” conceptual, a inicios de los años 80.
Una metodología conceptual y un ideario que quizá siguen siendo los elementos más interesantes y trascendentes de su magisterio.