Abstract
El hospital moderno, como proyecto arquitectónico, estuvo representado en algunos ejemplos de la España de la República; pero después de esa etapa inicial y del paréntesis de la guerra civil, su desarrollo sistemático se produjo con el trabajo de un reducido grupo de arquitectos bajo los auspicios del seguro obrero de enfermedad, durante los primeros años del régimen de Franco. De ello se ocupa la primera parte de la tesis, de ese primer ensayo general de producir una arquitectura sanitaria a escala nacional que hubo de definir sus modelos sanitarios y arquitectónicos. Se estudia en particular cómo, si bien en cierto modo se continuó con la asimilación de ejemplos europeos, se llevó a cabo una voluntaria selección de los modelos americanos consagrados de las décadas anteriores. La arquitectura española de hospitales presenta entonces una especie de acto fundacional, a mitad de los años cuarenta. Tuvo lugar con la convocatoria de un concurso nacional entre arquitectos para seleccionar aquéllos que habrían de desarrollar el Plan de Instalaciones Sanitarias del Seguro Obligatorio de Enfermedad, un ambicioso plan de cobertura nacional que sería la base de la actual red de hospitales públicos. Los arquitectos participantes se guiaron por la recomendación de proyectar hospitales verticales, de acuerdo con la propuesta que había hecho el Dr. Primitivo de la Quintana (“como los norteamerícanos modelo Monoblock, o como el Hospital Beaujon, de París”) en su Estudio del Plan general de asistencia médica para el Instituto Nacional de Previsión. Siempre ligado a la precaria reglamentación institucional de la sanidad y asumiendo tal recomendación, el grupo de arquitectos seleccionado consiguió crear un tipo de hospital que respondía a las necesidades de la medicina de los cuarenta y, hasta cierto punto, a la moderna medicina científica. Como producto de la parte más social del régimen, era una arquitectura que utiUzaba los modelos hospitalarios de aquélla, y que al mismo tiempo derivaba en buena parte la cuestión de la modernidad a problemas de estilo. La tesis estudia el trabajo de los arquitectos en este medio, sus intenciones y su valoración de modelos, cosas que hicieron con profesionalidad y con una cierta pero limitada atención a su entorno internacional, que a veces incline comparaciones ingenuas entre los gigantescos complejos norteamericanos de los años treinta y las comparativamente minúsculas y sencillas residencias sanitarias del Seguro Obrero. Después de estudiar el marco político y social, sanitario y arquitectónico de la posguerra, el texto estudia el periodo de los denominados años del desarrollo económico, en el que se produjo una segunda etapa de programas de construcción de hospitales con nuevas directrices. Con el desarrollo económico los arquitectos se abrieron a tendencias menos alejadas de la realidad europea y, aunque no fueran capaces de entender en sus términos los enormes avances de la arquitectura hospitalaria europea, adoptaron rasgos contemporáneos de los proyectos hospitalarios internacionales y dejaron atrás las fórmulas tradicionales de representación institucional a base de frontones y columnas. Se aprecia que a ello contribuyó la incorporación de un joven arquitecto en el grupo. Femando Cavestany, ligado a la Revista Nacional de Arquitectura, que buscaba inspiración en obras más actuales e internacionales. Martín José Marcide se consolidó como jefe indiscutible del grupo. Junto al nuevo jefe de la asesoría médica, Manuel de los Santos, Marcide trazó la planificación y el diseño de los hospitales contemporáneos del Plan de Estabilización y de los primeros Planes de Desarrollo Económico y Social, y progresó sobre el tópico de los proyectos de planta de avión desarrollados hasta entonces. La tesis descubre a un Marcide atento a los ejemplos de las publicaciones extranjeras; pero que en general introdujo y adaptó formas sin mayor crítica, dirigidas a resolver parcialmente los problemas y nunca a definir las trazas principales del conjunto del hospital, al que consideraba vm agregado de partes relativamente independientes. El crecimiento de los hospitales y su evolución interna, después de la sustitución del Seguro Obrero de Enfermedad por el sistema de la Seguridad Social, representó tm serio desafío para los escasos recursos conceptuales del grupo de arquitectos. Se estudia cómo tras la crisis del modelo de residencia sanitaria predominantemente quirúrgica y para la puesta en marcha de los hospitales especializados de la Seguridad Social se utilizaron nuevos conceptos médicos, sociales y urbanísticos, pero sin que la arquitectura de la salud alcanzara el nivel de coherencia, articulación y función necesarios. En los grandes conjuntos hospitalarios de esos años se detectan contradicciones de proyecto que todavía hoy plantean problemas sin resolver. Las ciudades sanitarias españolas proporcionan un ejen:q)lo de rigidez de proyecto enfrentada a los continuos cambios impuestos por los avances médicos, y de crecimiento desordenado debido a su falta de organización conjunta, por no hablar de cuestiones de impacto ambiental. Los sistemas de salud europeos configurados en la posguerra respondían a estos problemas con diferentes propuestas que rápidamente se convertían en nuevos modelos internacionales. Como ejemplos, se señalan grandes hospitales de la corona metropoUtana de Londres; la magnífica solución de tapiz de los arquitectos británicos Powell y Moya en el contexto rural de Wexham Paik, la de sus paisanos Lewelyn- Davies y Weeks encaminada a facilitar las continuas actuaciones de crecimiento y modificación interna en Northwick Park, o la de William Tatton-Brown para el nuevo hospital de Greenwich, un contenedor universal de flexibilidad absoluta semejante a una gran superficie comercial. Para los proyectos europeos la parte clínica del hospital tomaba la forma de un cajón neutro mientras en España se insistía en modelar elaborados estuches para unos programas nacionales que, sin embargo, habrían de cambiar enseguida. Todavía no se había comprendido el hospital como conjunto articulado de tres áreas fundamentales, clínica, residencial y de soporte, con las que los arquitectos de otros países trabajaban sus proyectos, ni la distinta evolución de cada una. La intuición de una arquitectura más en consonancia con los proyectos europeos y más ligada a la herencia de la modernidad no llegaría hasta la incorporación en los primeros años setenta de algunos arquitectos recién titulados. Esta renovación se produjo en el último período que estudia la tesis, los últimos años del ENP de Franco, con la construcción de los hospitales de Aviles y Badalona, y tras morir Marcide y Botella, los arquitectos que habían ostentado la mayor autoridad en el diseño de las residencias sanitarias y los hospitales hasta esa fecha. Pero el desarrollo de unos proyectos más lúcidos y la asunción general de nuevos modelos europeos tendría que esperar a la etapa del Insalud, que sucedió al INP en 1978 y una vez instaurada la democracia española.
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