Vivienda prefabricada en España

Las décadas de 1940 y 1950: la necesaria revisión de la construcción tradicional

Las reticencias del nuevo gobierno franquista a la hora de adoptar técnicas innovadoras procedentes del extranjero, unidas a las carencias propias de la postguerra, al déficit de materiales básicos como el hierro o el cemento y a la falta de mano de obra especializada, influyeron en la pervivencia de técnicas constructivas tradicionales.

Por otra parte, se produce, a mediados de la década de 1940, un gran crecimiento de la migración del campo a la ciudad, que sumó, a la necesidad aún pendiente de reedificar las viviendas arrasadas tras la Guerra Civil, la de construir alojamiento económico, capaz de realojar a las masas obreras hacinadas en suburbios de chabolas en las periferias de las grandes ciudades.

A principios de la década de 1950, creció el interés y el debate frente a nuevas formas de construir, quedando patente la necesidad de poner al día los sistemas tradicionales de edificación para ofrecer una solución al problema habitacional.

Las décadas de 1960 y 1970: de la prefabricación ligera a los prefabricados de hormigón

Los primeros pasos en la prefabricación ligera aplicados al sector de la vivienda se dieron a principios de la década de 1950 con las Unidades Vecinales de Absorción promovidas por la Obra Sindical del Hogar (OSH). De carácter modular, con cierto grado de prefabricación, desmontables y transportables, propuestas como los albergues provisionales de Córdoba, priorizaron el empleo de elementos ligeros de origen industrial.

Con posterioridad, la iniciativa privada dio un gran impulso a la utilización de sistemas de prefabricación pesada y cerrada con grandes paneles de hormigón, así como al empleo de sistemas industrializados de encofrados túnel. Fue una época caracterizada por las grandes promociones de viviendas en altura, en la que se recurrió al uso de tecnologías importadas que exigían el pago de elevados costes en derechos de patentes, como el sistema Estiot empleado en el Polígono de Bellvitge (Barcelona).

El Instituto Técnico de la Construcción y las convocatorias de concursos de vivienda

En su esfuerzo por buscar soluciones para producir viviendas en serie que paliaran la grave escasez de alojamiento social sobrevenido en España y en Europa tras el fin de sus respectivos períodos bélicos, el instituto Eduardo Torroja fomentó convocatorias de concursos para incentivar la industrialización en la construcción de vivienda, en un intento por mejorar precios, plazos de ejecución y calidad de estas.

Aportaciones pioneras de técnicos españoles

En una época marcada por las limitadas posibilidades tecnológicas del tejido industrial, la escasez de materiales y la falta de impulso desde la propia administración, algunos técnicos con innegable capacidad de investigación, como Miguel Fisac, Rafael de La-Hoz, GO-DB, Rafael Leoz o Alejandro de la Sota, entre otros, contribuyeron con sus aportaciones construidas o escritas a industrializar nuestro panorama constructivo.

Reflexión final

Las innovadoras propuestas nacionales para la prefabricación en vivienda tuvieron escasa influencia sobre lo efectivamente construido. La realidad se acercó más al “bricolaje” a base de elementos industrializados que a la arquitectura fabricada en taller y montada posteriormente en serie que se pretendía.

Pese a ello, debe ponerse en valor la labor conjunta de arquitectos y empresas emprendedoras que aportaron elementos industrializados al servicio de sus propuestas.

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