Nave de materias primas y hornos horizontales de clinker, Valenciana de Cementos

Con la garantía de una solvente actuación profesional y desde el pragmatismo propio de la actividad industrial, fue abordada una operación de gran envergadura que, por una parte, amplió la antigua cementera, que había sido planteada en 1917 aprovechando los desniveles topográficos de la zona, y, por otra, significó la puesta en marcha de una nueva fábrica, próxima a la anterior, aunque realizada con mayores ambiciones. Entre estas ambiciones se contaba duplicar la producción o conseguir la especialización en cemento blanco de alta resistencia, un objetivo cumplido con éxito, ya que la empresa valenciana pronto se convirtió en líder internacional. La carretera de Madrid era el principal condicionante para poder implantar, por necesidad y en paralelo al límite físico, las modernas construcciones sobre terrenos llanos, ahora considerados más ventajosos.

De todo el inmenso conjunto hay que reseñar, por su interés, la nave de materias primas, ubicada en el ámbito de la antigua factoría y cuyo proyecto (1953) introdujo en España el hormigón pretensado para grandes luces.

También conviene incluir la espectacular obra levantada para alojar los dos primeros hornos horizontales de clinker, pertenecientes ya a la nueva planta. Esta consiste en naves-pórtico, completamente permeables en sus cinco niveles, de más de 80 m de longitud, y cuya contundente expresión viene determinada por las implacables retículas de hormigón armado y por la presencia de sus colosales artefactos. La enorme infraestructura de ingeniería civil despliega monumentales espacios, donde las instalaciones a gran escala parecen evocar imágenes piranesianas. A su vez, estos complejos industriales logran configurar nuevos paisajes que sugieren, con independencia de su cronología de origen, fascinantes escenografías de ambientación futurista.
Carmen Jordá