Estación marítima de Alcântara

Concebidas como un conjunto ribereño, la estación marítima de Alcántara y la estación marítima de Rocha do Conde de Óbidos se encargaron para facilitar el embarque y desembarque de los numerosos pasajeros de paquebotes que hacían escala en Lisboa. Alejados entre sí cerca de 1000 metros, los dos edificios iban a estar unidos por un pasadizo elevado apoyado en columnas que no llegó a construirse. Su extensión otorgaría a la ciudad un frente urbano orientado hacia el Tajo con unidad arquitectónica. También quedó en proyecto una torre urbana concebida para la estación de Alcántara, cuya dimensión la haría visible desde una larga distancia y que funcionaría como faro facilitando la entrada en el puerto, además de romper la horizontalidad del edificio. De diseño moderno, sus fachadas están rasgadas por grandes superficies de vidrio salpicadas de pequeños ojos de buey, estableciendo quizá un diálogo con la arquitectura náutica. Al conjugar superficies curvas (no sólo las de las fachadas principales, sino también las de las cubiertas) con formas ortogonales, sus volumetrías resultan proporcionadas y poseen la escala adecuada al emplazamiento. Asimétricos, como los paquebotes, los dos edificios se organizan alrededor de un gran cubo en el que están centralizados todos los espacios públicos.[…] Despojadas de cualquier ornamento e incluso de revestimientos de calidad, las estaciones guardan en su interior inesperados frescos monumentales obra de Almada Negreiros, el colaborador más constante de Pardal Monteiro. […] Ana Tostões