Colegio de las Madres Dominicas

El edificio se compone de dos escuetos prismas que, al mismo tiempo que se deslizan entre sí, quedan atados por un tercer cuerpo destinado a capilla, consistente en una pieza singular de planta trapezoidal y cubierta inclinada.

Cada edificio, además de albergar un uso distinto, se particulariza dentro de su común abstracción formal mediante la composición de los huecos y acabados también distintos: la pieza de aulario, un elegante volumen apaisado sobre pilotes, resuelto en hormigón visto, y larguísimos ventanales horizontales. La residencia, en cambio, es un prisma vertical de ladrillo caravista y alargados huecos también verticales. Por último, la capilla, que no sólo une estos cuerpos sino que sirve funcionalmente a los usuarios de los dos edificios contiguos, es volumétricamente una pieza planta trapezoidal de hormigón visto cuya cubierta inclinada se ha plegado hábilmente para permitir el paso de luz entre dichos pliegues.
Luis Roberto Muñoz González