Casa Oliver

Esta casa fue construida por el arquitecto Miguel Oliver para sí mismo como residencia particular y estudio profesional. Con este fin aprovechó el fuerte desnivel de la parcela para disponer el programa en dos plantas parcialmente excavadas en el terreno: en la superior, con acceso directo desde la calle al norte, se sitúa el garaje y un porche cubierto que protege la entrada al estudio, que forma una L con un vestíbulo sala de espera en el ángulo que da acceso a la sala de dibujo al sur y a un despacho privado al este, rodeados ambos por grandes cristaleras abiertas a las láminas de agua que coronan las cubiertas del piso bajo, y que actúan simultáneamente como aislamiento térmico, estanques decorativos incluidos peces y plantas acuáticas y láminas reflectantes que introducen la luz solar en el interior. Por su parte, la vivienda tiene acceso por una escalera que desciende directamente desde el porche antedicho a un pequeño patio ajardinado que preserva su intimidad. Una vez dentro, el programa se divide en tres partes: una zona de servicio con un dormitorio, la cocina y el comedor de diario, abiertos a un patio ajardinado lindante con el límite occidental de la parcela; una zona de estancia orientada hacia el jardín, al sur, con el comedor, el salón estar y un hogar rehundido protegido por una entreplanta abierta que aloja la biblioteca, delimitados por un sistema de visillos y tabiques correderos que permiten unirlos o separarlos a voluntad; y los dormitorios, en una zona más privada al este. Al exterior, el edificio se manifiesta como una serie de volúmenes prismáticos maclados, con las esquinas redondeadas, realizados íntegramente en hormigón visto combinado con carpinterías metálicas lacadas en negro, como es habitual en la obra de Oliver.

Equipo redactor Arquitectura de Madrid y Arquitectura y Desarrollo Urbano. Comunidad de Madrid. Revisión y adaptación: Servicio Histórico, Fundación Arquitectura COAM: Alberto Sanz Hernando. Colaboradoras: Margarita Suárez, Beatriz Gutiérrez, Miriam Martín, María José Mier y Silvia Mata