Auditorio Manuel de Falla

Uno de los principales condicionantes que incidieron en el diseño del Auditorio fue la preocupación de integrarlo con sensibilidad en el paisaje; el Centro Manuel de Falla fue el primer edificio importante erigido en la colina de la Alhambra desde el Palacio de Carlos V. Según el propio García de Paredes, el problema demandaba tanto tacto como valor: se proyectó un racimo de formas crecientes a partir de los espacios interiores al modo de la Alhambra, en una concepción básica totalmente opuesta a la del palacio renacentista del emperador, en el que las cuatro fachadas condicionan rígidamente el interior. El resultado resultó ser un edificio alargado, con una silueta irregular que apenas sobresale de las copas de los árboles y con gran parte bajo tierra aprovechando la fuerte pendiente de la colina. Su exterior presenta un mínimo de hormigón combinado en un friso continuo con grandes superficies de ladrillo rosado y quebradas cubiertas de teja patinada. No se perdió ningún árbol importante de los jardines y la vegetación pronto ocultó sus muros. La forma de incrustar el edificio en el desnivel de 15 m, existente entre el paseo de los Mártires y la cota de los cármenes, obliga al visitante a un recorrido a través del jardín de Matamoros previo al acceso del vestíbulo principal del Auditorio y por el fondo de una calle de la Antequeruela, junto a la casa-museo, para llegar al Centro de estudios.

Ricardo Hernández Soriano