Ampliación del convento de Santo Tomás en Ávila. Padres Dominicos: Pabellón de estudiantes y Pabellón de monjas dominicas

En el pabellón de estudiantes, Miguel Fisac muestra su dominio en el uso del hormigón armado con el que está experimentando en esos años. Resuelve la estructura por medio de pórticos con extremos en voladizo sobre los que eleva lo cuatro pisos de habitaciones y establece un diálogo fructífero con las condiciones vernáculas del lugar. Cierra el espacio abierto y libre bajo el edificio con muros y cristal, uniendo en una sucesión los elementos opacos y transparentes, la oscuridad y la luz, la pesadez de los muros de granito cercanos a la tradición del lugar con las livianas cristaleras de hierro y cristal de suelo a techo.

Junto a la indudable modernidad de sus dos grandes fachadas de huecos cuadrados correspondientes a las habitaciones, se mantiene el tono castizo escurialense por medio de los cerramientos de sus testeros, ejecutados con el mismo muro de mampostería irregular, de granito gris y rejuntada ampliamente con mortero rugoso de color arena.

La obra es moderna, pero considera factores castizos en la continuidad de la fachada principal, a paño /alineada con el antiguo monasterio, en los materiales y gracias a la cubierta, factores que permiten un diálogo armonioso con los edificios de la alta tradición y, al mismo tiempo la acercan a la memoria vernácula de la ciudad. Toda una lección de modernidad crítica desde los factores inflexibles que el Movimiento Moderno desarrolló de espaldas a la historia y contra ellos.

Este edificio, así como el pequeño convento cercano, se hacen compañeros de las directrices austeras de sus clientes, la Compañía de los Padres Dominicos. Pero esta austeridad no implica el no disfrutar de los placeres ordenados y sensatos de la vida, que en el caso de este edificio están en la luz, en las transparencias entre exterior e interior. Una convencida relación y aprovechamiento del lugar que se materializa al contemplar desde lo alto de sus habitaciones los antiguos huertos y la belleza del valle Amblés a las afueras de Ávila.
Daniel Villalobos Alonso.