Viviendas del personal de la Central Hidroeléctrica de Arbón

La primera  fase de la actuación abarcó la construcción de 14 viviendas adosadas de una sola planta. La parcela dispone de una pendiente natural hacia la villa de Navia y tiene una forma irregular. Se optó por una distribución en forma de U, de tal modo que se creó un jardín interior orientado hacia el sur y protegido de los vientos dominantes. Las viviendas se sitúan sobre una plataforma de hormigón que las eleva permitiendo las vistas sobre la capilla y sobre las edificaciones cercanas, y permite albergar debajo los trasteros y el garaje semienterrado. La circulación rodada queda completamente segregada del espacio destinado al uso peatonal. El conjunto se escalona siguiendo la pendiente natural del terreno y se retranquea con el fin de adaptarse a la forma irregular de la parcela.

En 1968 se llevó a cabo la construcción de una segunda fase ubicada en una cota más alta, con 12 viviendas agrupadas en cinco bloques de dos y tres alturas, siguiendo los criterios estéticos y modulares de la primera actuación. Dada su altura y situación, estos cinco bloques actúan como telón de fondo, aunque ofrecen un efecto un tanto desvirtuado en la actualidad, porque se han pintado de un color amarillo-pardo que no tiene la calidad del blanco original.

Las viviendas son elementos prismáticos de una sola planta cuya cubierta de pizarra, habitual en esa zona, forma dos aguas hacia el interior y protege de los fuertes vientos locales.. La edificación es cúbica y cerrada; y sus fachadas están revestidas de color blanco que otorga una gran fuerza expresiva al conjunto, enfatizada por el sutil remate de la cubierta. Se basa en una estricta modulación de 175 x 175 cm. Originalmente, las carpinterías se proyectaron en madera con marcos negros en la fachada, siguiendo un recurso neoplástico muy común en la arquitectura europea de la época.

Se trata de un conjunto que, con elementos aparentemente sencillos, consigue una gran expresividad, fuerza y presencia. Se organiza de un modo orgánico, demostrando la influencia de la arquitectura del arquitecto finlandés Alvar Aalto en este tipo de programas. Existe una gran preocupación por el tratamiento de los espacios y por su grado de privacidad, así como por la transición entre zonas privadas y comunitarias. El acceso a las viviendas se produce mediante un patio abierto que resguarda el ámbito privado del conjunto comunitario, y que subraya la pequeña escala y la identidad de cada unidad.
Alfonso Moral López