Filial SEAT de Valencia

Con el objetivo de imprimir una cierta imagen de empresa, la propia firma introduce una serie de condicionantes, como el módulo para la retícula de la planta (6,40 x 6,40 m) y el empleo de determinados acabados, a partir de los cuales, sin embargo, el arquitecto logra personalizar su obra. Esta se define con cuatro edificios prismáticos, todavía existentes, con una ordenada articulación y entre los que resalta, por su mayor entidad, el destinado a depósito de automóviles. El conjunto ofrece una notoria voluntad urbana, que se concreta en la manera moderna de entender la ciudad, esto es, retrasando la alineación meridional para anteponer una franja ajardinada. En realidad, el mismo espíritu moderno recorre todo el proyecto y así cabe interpretar, por ejemplo, el rigor geométrico en su juego de volúmenes o la protección solar para las fachadas orientadas al sur, con distintas soluciones que se convierten en una cualificada expresión técnica y arquitectónica. Los materiales industrializados, como las perfilerías metálicas, cobran un gran protagonismo, posibilitando generosas superficies vidriadas, cuyas transparencias originan una gran fluidez visual que permite observar los interiores: entre ellos la rampa que se desarrolla en las cinco alturas del edificio principal. Frente a una importante arteria que conecta con la autovía de Madrid, la SEAT y el vecino colegio La Pureza, también de Mauro Lleó, dignifican un particular fragmento de la periferia valenciana.
Carmen Jordá