Central y salto de Arenas de Cabrales

El salto de Arenas, destinado al aprovechamiento, conjuntamente con el de Camarmeña, de las aguas canalizadas del río Cares, tiene su presa de toma situada en Poncebos. El proyecto final incorpora una escala salmonera en su margen izquierda aguas abajo, para intentar subsanar los problemas relacionados con la explotación piscícola. Compuertas, escala salmonera, canales, tuberías y muros que configuran la instalación son tratados con la misma energía que desprende el paisaje, frente a la ligereza de la primitiva caseta de mandos.

La sala de máquinas de la central, situada en Arenas de Cabrales, consta de una nave única formada por estructuras en pórtico de hormigón visto, con carpintería metálica muy simple y amplias vidrieras en las zonas altas de los paños intermedios. En la nave solamente se dejan vistas la cabeza de los alternadores; éstos quedan en un plano inferior.

Un cuerpo lateral, de dos alturas, alberga el resto de las dependencias. Estas han sido tratadas con la máxima diafanidad, con ligereza y abiertas al paisaje, todo ello iluminado por amplios ventanales en consideración a la larga permanencia del personal. En el testero del vestíbulo se coloca una vidriera artística con armadura de hormigón, según un boceto de Antonio Suárez.

La zona de vestuarios y servicios, cuyo acceso se produce desde la sala de máquinas, se configura como un pequeño volumen exento de una altura, situado en la fachada posterior del edificio.

Destaca la neutralidad del hormigón bruñido, acompañado de gresite, hierro y madera –en acabados interiores– para contrastar sus texturas, en un tratamiento de las fachadas como de paños contrapuestos de distintos materiales y volumetrías abstractas. Notas de color en alguna puerta y en la instalación de intemperie, y carpintería original de hierro pintado en dos tonos: marcos blancos y premarcos negros, característico de la obra de Castelao.

Tres chimeneas exentas de salidas de aireación, situadas al exterior del edificio, nos remiten claramente a influencias del expresionismo orgánico y a obras tan reconocidas, salvando la escala, como la propia cubierta con sus chimeneas de ventilación de la Unité d’Habitation de Marsella (1947-1952).
Clara Rey-Stolle Castro