Aproveitamento hidroeléctrico do Cabril

Si las premisas de la actividad productiva anunciaban, en cierta medida, las proposiciones formales y plásticas de la arquitectura moderna, ésta, a su vez, produjo una notable transformación de los nuevos equipamientos de carácter industrial, dando lugar a escenarios en los que se dramatizaba la nueva condición del hombre dentro de la naturaleza y de la sociedad contemporánea.

Aspecto éste especialmente relevante en la imagen formal que se confirió al Aprovechamiento Hidroeléctrico del Cabril, promovido por la Hidroeléctrica do Zêzere, S.A.R.L., constituida en 1945 dentro del ámbito de la política de electrificación nacional y que funciona como un inmenso mecanismo en el que cada detalle parece condicionado y atento a todos los demás, manteniendo una coherencia singular, sobretodo, en el edificio técnico de la central. Se trata, más bien, de un edificio técnico de carácter claro y despojado, ubicado de manera singular en la salida de la presa –en la base de su bóveda de doble curvatura–, que adopta una configuración racional y moderna, desde el diseño de los tiradores al amplio paño de la fachada, notable por la plasticidad que se consigue mediante una cuadrícula de piezas de hormigón sin pulir. Su linealidad recorta una superficie transparente de vidrio que, además de señalar la entrada del edificio, distingue la zona que corresponde a los despachos, talleres, sala de equipamientos y sala de control del volumen más elevado de la central, que alberga las imponentes estructuras de los dos grupos generadores.

Este carácter moderno y lineal se encuentra, sin embargo, dentro de la realidad tangente de un universo cultural que, en una aparente oposición, se consuma dentro de los valores del lugar, del paisaje y de la humanización del espacio, significativamente enunciados en las tipologías de las viviendas propuestas por Jacobetty Rosa. Así, las viviendas son integradas, de manera consciente, en la morfología del terreno, entre los muros serpenteantes y las terrazas excavadas en la pendiente, privilegiando en la práctica constructiva la utilización de materiales de la zona, sin perder, sin embargo, el carácter moderno y claro en lo que se refiere a su planta o a la volumetría general.

Existe realmente una fusión indeleble entre las huellas que el lugar imprime en la arquitectura y su proyección dentro de un horizonte tocado de esa artificialidad mecánica y racional, en la que se mezclan sensaciones de extrañeza y familiaridad.
Rute Figueiredo