Viviendas de camineros en Briviesca (Burgos)

Las viviendas se han agrupado en unidades dobles que posteriormente se adosan en hileras de trazado quebrado. Cada unidad –que contiene dos viviendas– nace de la adición de tres piezas rectangulares: mientras que las pastillas laterales pertenecen en exclusiva a una vivienda, la central combina espacios de las dos –porche de entrada, vestíbulos y cocinas–. Las otras dos piezas albergan comedores, dormitorios y la escalera de acceso a la planta superior en la que cada vivienda tiene tres habitaciones más y un baño.

Es reseñable el esfuerzo y la capacidad del arquitecto para aprovechar al máximo la superficie disponible, destinando el mínimo espacio posible a pasillos y distribuidores.

Los quiebros de la planta se reflejan también en los alzados, de esta forma se pierde definitivamente la identificación volumétrica de cada una de las viviendas. La composición de los alzados obedece al empleo de un lenguaje riguroso y jerárquico que dota a cada estancia de un hueco acorde a su uso y dimensiones. La barandilla del balcón, en lamas de madera pintadas de verde, enfatiza la horizontal y equilibra la potente vertical de la chimenea de ladrillo que sobresale por completo de la fachada. El volumen se culmina con una cubierta a dos aguas compuesta por potentes planos inclinados de diferente pendiente que reconoce también los quiebros de la planta, resultando en una volumetría rítmica y dinámica, fuertemente vinculada y respetuosa con el entorno natural y claramente influenciada por la arquitectura nórdica.

Covadonga Ferreras Ubierna y Cristina Barrón Velasco