Joyería Malde

La Joyería Malde es uno de los escasos ejemplos de la arquitectura de interiores de la primera modernidad que se conservan en Galicia. Su autor utilizó la estrategia compositiva del contraste entre las referencias irónicas de la historia, en el exterior, y el lenguaje propio de las vanguardias, en el interior. Este local comercial se abre en la proximidad de la Catedral Compostelana, en el bajo de un edificio existente, de fachada ecléctica. Para la composición de fachada, Caridad Mateo tomó la secuencia típica de la sección transversal de una basílica románica, prescindiendo de uno de los arcos menores. Así, el arco central alberga el espacio comercial y el pequeño el portal del edificio. El apoyo entre ellos se resuelve con un pilar trilobulado. El arquitecto contó con Francisco Asorey, uno de los renovadores de la escultura gallega, para tallar el capitel y las figuras de dos llamativas ménsulas, que enfatizan el arco mayor. El vano del local comercial enmarca un escenográfico movimiento de varios elementos organizados en secuencias: una serie de planos plegados, que resuelven los escaparates; y varias formas circulares, en las molduraciones de techo, en el hueco que separa el local comercial del taller, o en el gran reloj de pared. Los volúmenes interiores poseen una innegable inspiración corbusierana, con planos suspendidos, aristas redondeadas y aberturas superiores, para generar una percepción espacial fluida. Este juego de contrastes entre la estilización moderna de lo medieval y las nuevas formas, adquiere pleno valor al iluminarse el local, revelando, con las lámparas esféricas y con las fuentes de iluminación indirecta, una arquitectura deudora de las formas blancas y trasparentes del cubismo, llenas de movimiento, en el interior de un oscuro y pesado marco de piedra y mármol, que se mimetiza con el histórico contexto urbano. Fernando Agrasar