Edificio de viviendas y sede social del Monte de Piedad

Este edificio está situado en las cercanías del casco antiguo de la ciudad, en una de las primeras zonas que se desarrollaron en Ensanche. El proyecto original se redactó en 1940, sólo un año después del final de la Guerra Civil. En ese momento, la arquitectura asturiana inició un período de autarquía, y adoptó un aire más clásico, buscando la representatividad del nuevo régimen. Se abandonaron los valores estéticos que habían caracterizado a la II República, y el racionalismo cayó en desuso. Esta obra se convirtió en uno de los últimos proyectos importantes y representativos que utilizó ese lenguaje arquitectónico.

El programa del encargo planteaba los problemas derivados de dos usos tan distintos, en su grado de privacidad y necesidades, como son la sede del Monte de Piedad y un edificio de viviendas. Este hecho se resolvió con gran habilidad por medio de la la creación de dos accesos independientes, uno en cada extremo, gracias a la situación y a la forma del solar, que contaba con una fachada a tres calles y tenía forma rectangular. La composición de los volúmenes, equilibrados y de líneas rectas, es muy limpia. Está formada por un cuerpo central macizo en el que se distribuyen las ventanas según una malla regular, y cuyas esquinas tratadas con especial cuidado. Una de ellas queda definida por una torre que emerge sobre el volumen general y se retira del plano principal de la fachada para crear el acceso al edificio; en la otra, la disminución del volumen edificado se resuelve en forma curva para conferir dinamismo y expresividad al giro.

Tanto el volumen principal como los accesos se realzan con unas marquesinas voladas que se aligeran en su parte superior mediante un remate de barandillas metálicas. A lo largo de los años, y como consecuencia de las actuaciones llevadas a cabo, se han perdido algunos elementos del proyecto original, como el reloj que remataba la torre y el rótulo de la misma. Además, se ha malogrado el rasgado original de la ventana, que acentuaba su verticalidad, y se ha reconvertido en ventanas individuales.
Alfonso Moral López