Colegio Tajamar

Se ubica en una parcela de escasa pendiente en el barrio obrero de Vallecas y está destinado a enseñanza primaria, media y profesional. El conjunto, realizado por fases y con unos presupuestos mínimos, se organiza a partir de un núcleo comunitario donde se encuentra el acceso principal y varios edificios independientes; desde este núcleo se extienden las aulas, alojadas en sencillos pabellones de una planta orientados al mediodía y abiertos a los jardines para facilitar la docencia al aire libre, conectados por corredores y construidos con técnicas de escaso coste que producen una imagen austera y modesta, pero de gran fuerza plástica.

Los edificios comunitarios, construidos posteriormente, tienen mayor complejidad técnica y estilística: el salón de actos-oratorio presenta una solución con planta de cruz y paredes móviles dado su uso multifuncional, con una torre campanario de gran altura y planta estrellada. El denominado edificio central, de dos plantas, se organiza alrededor de un patio y alberga la dirección, la administración, además de la biblioteca y la sala de profesores. En las instalaciones deportivas, muy relevantes en el colegio, se dispusieron unas marquesinas con estructura metálica de base arbórea.

Ortiz-Echagüe visitó junto a Echaide varias escuelas centroeuropeas, donde analizó el esquema distributivo y la organización. El Instituto Tajamar recogió el esquema en pabellones en planta libre con la máxima simplificación constructiva. Pese a las diferentes fases y la diversidad de los edificios, se consigue la unidad por el tratamiento de la parcela, de cuidada urbanización, y por la continuidad de los materiales, especialmente el ladrillo visto, la estructura metálica y las cubiertas de fibrocemento. Las ampliaciones posteriores presentan una arquitectura de gran calidad que no compite, en absoluto, con el resto del conjunto.
Alberto Sanz Hernando. Servicio Histórico, Fundación Arquitectura COAM